Padres:
¿Si mi hijo es el acosador? Excluir o menospreciar a los niños diferentes en el colegio es una práctica habitual desde los pequeños comienzan a relacionarse. Con más o menos intención y maldad, los niños deciden aislar al débil o incluso divertirse a su costa alentados por el refuerzo del grupo. Aunque el acoso escolar no es un problema nada nuevo, las redes sociales han contribuido a aumentar la intensidad de los casos y han dificultado la capacidad de los pequeños para superar estas situaciones, que ya no solo se circunscriben al aula o al patio del colegio, sino que continúan en casa a través de Whatsapp, Facebook o Instagram.
Del mismo modo que los padres del niño acosado pueden desconocer lo que está ocurriendo en sus redes, los padres del acosador tienen aún menos indicios para saber que su hijo está ejerciendo la violencia sobre otro niño.
Para hablar de acoso escolar deben darse tres características: intencionalidad, reiteración y el establecimiento de una jerarquía que permite al acosador hacer daño y que otros colaboren con él.
Perfil del acosador
Pero ¿Quiénes son los acosadores? ¿Son niños populares, ‘frikis’, problemáticos o con dificultades sociales? “Podemos hacernos todas estas preguntas pero contestar no es nada sencillo: no existe un perfil concreto de acosador”. En general, se trata de personas con escasa sensibilidad hacia el dolor ajeno y que no da muestras de empatía ni de compasión. Teniendo en cuenta esta descripción, podríamos pensar que es sencillo detectar la maldad del acosador, por sus gestos de desprecio o crueldad, pero no es tan simple. Aunque este tipo de acosadores existen, no son los más frecuentes. “Por lo general, los acosadores no son personas aisladas, forman parte de un grupo popular en una jerarquía superior en la cual ellos creen estar en el vértice”.
Estos chicos no tienen por qué ser malos estudiantes o problemáticos, por el contrario, suelen tener grandes habilidades sociales y capacidad de influir sobre el resto. “Muchos pasan desapercibidos, ya que pueden ser personas amables, simpáticas y sonrientes que tienen mucha capacidad para relacionarse con la gente, pero que esconden una personalidad egoísta y que no tienen una preocupación sincera por los demás ni son amigos de sus amigos”.
Motivación
La perspectiva de superioridad siempre está presente, por eso, aunque cuando se les pregunta por qué lo hacen, lo más frecuente es que contesten que no lo saben, pero, al rato de hablar con ellos, aparece este componente que delata la percepción de diferencia respecto a otros: “porque es un nerd, porque es un perdedor”. Algunos incluso llegan a argumentar “porque se lo merece”. “La mayor tragedia es que lo hacen para divertirse. Se trata de la violencia como ocio: no solo ejerciéndola sino disfrutando del sufrimiento de otros”
Sus comportamientos evidencian maldad y un grado de arrepentimiento nulo, y, muchas veces, esto ocurre porque nadie les ha dicho que están haciendo algo mal. Por el contrario, los padres pueden llegar a percibir a sus hijos como líderes, sin saber que son líderes negativos que incluso se esconden en el grupo para liderar comportamientos malignos hacia otros y divertirse observando la situación.
Cómo detectarlos y ayudarles
Es fácil y muy frecuente pasar por alto a un hijo acosador si no se está atento. “Los niños no van a contar lo que les hacen a otros en el colegio pero podemos intuir un perfil acosador por ciertos comentarios de desprecio o cuando referencia situaciones de la clase”.
“Darse cuenta no es fácil: hay que ser muy sensible hacia el comportamiento de nuestro hijo, ser cercano a él. Si los padres tienen una actitud de superioridad o les importa que sus hijos sean exitosos y populares, puede que hasta vean bien esos comentarios”
Sin embargo, tampoco es fácil responsabilizar a los padres, porque el perfil de un niño acosador suele estar oculto. Desde los grupos de apoyo que crean con los profesores, les explican la importancia de sensibilizar sobre estos casos y hablar sobre la personalidad de los alumnos para detectar estos comportamientos y poner sobre aviso a los padres.
La reacción a este descubrimiento tampoco es unánime: “Algunos entienden lo que se les está diciendo, se muestran consternados y muestran su disposición de ayudar. Otros lo niegan y se enfrentan a los educadores y alegan que su hijo no es un criminal”.
“Ellos mismos tienen que ser contemplados como víctimas que tienen que ser apoyadas adecuadamente. Hay que tratarles como personas que necesitan ayuda”. Especialmente cuando son pequeños, las perspectivas son buenas: una reacción a tiempo del colegio, la creación de equipos completos que comprendan el problema rápido y que redireccionen la actitud de un niño de entre 8 y 11 años es fundamental. El acosador también necesitará apoyo psicológico que le permita mejorar su capacidad de relacionarse con los demás. “Lógicamente, no todos los niños reaccionan igual. Aunque no hayan tenido esos ejemplos en casa, tienen posibilidades de desarrollar esos comportamientos, pero el contexto de valores con los que han crecido influye enormemente”. Mientras que hay niños que se corrigen con facilidad a través de una sanción disciplinaria en casa y/o con ayuda de un psicólogo, otros no. “La buena noticia es que hay acciones terapéuticas para tratar la maldad y corregirla: el apoyo a los acosadores es necesario para que no continúen con este tipo de comportamientos en la edad adulta”.
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